Acaba de perder la selección española el primer partido del mundial, estamos decepcionados y tanto más que el resto de veces. En esta ocasión parecía todo tan diferente...
¿Qué ha pasado?
El partido empezaba por los derroteros lógicos de un equipo muy superior, 70% de la posesión y protagonismo absoluto de Iniesta y Silva. Todos sonreíamos, ese era el sello de la Euro y la fase de grupos, el de hacer seguir al contrario la pelota con la mirada. Verdaderamente estábamos jugando como queremos, había mucho espacio para los laterales y los centrocampistas llegaban a zonas de remate con asiduidad. Lo que es más importante, el esférico rodaba y rodaba, RASO. Y nunca por arriba, siempre lejos de las alturas que tan poco dominamos.
Varias ocasiones, demasiadas para seguir con las gafas en el marcador 0-0.
El gol fue un mazo en plena cabeza, un gol muy similar a los pocos que encaja el FC Barcelona contra rivales hipotéticamente débiles. Ese Derdiyok de turno que pelea un balón sin peligro aparente, fue un golpe demasiado duro. Después, todo costaba el doble que antes y los balones entre líneas comenzaban a escasear. Nos cuesta mucho ir por detrás en el marcador, es un peso excesivo cuando se juega con tanta posesión. Al final tiendes a la verticalidad atropellada y eso no es lo nuestro. El revés no sólo afectó a los jugadores, en el banco se buscaba una solución que machacó las opciones que podían quedar.
Con la entrada de Torres y Navas nos convertimos en la España más previsible desde que EEUU nos ganó en la ConfeCup. Centros, centros, centros, y más centros que depejan los 6 o 7 jugadores que acumula Suiza en el área. Ni Onyewu es tan bueno como pareció entonces, ni los tronquetes elbéticos como nos ha hecho creer Camacho. Hasta el minuto sesenta eran árboles de raíces profundas y desde entonces colosos con dominio absoluto en los balones aéreos. Nos estábamos equivocando.
Tuvo el equipo un pequeño arreón en los primeros minutos tras el doble cambio, más por el ansia de los nuevos que por las cualidades de los Javieres. Luego, veinte minutos vacíos. NO SABEMOS REMATAR CENTROS LATERALES y hoy, hubo muchos. Todos despejados por Grichting, Bergen, Inler y un bárbaro Benaglio.
Saco una lectura constructiva, que no positiva. Ya nos hemos dado cuenta de lo que no nos sale. Juguemos con un sólo delantero, echemos a Villa a la banda izquierda si Iniesta (Dios no lo quiera) no puede con su edema, raseemos el balón. Apelemos a las palabras de Luis Aragonés.
Varias ocasiones, demasiadas para seguir con las gafas en el marcador 0-0.
El gol fue un mazo en plena cabeza, un gol muy similar a los pocos que encaja el FC Barcelona contra rivales hipotéticamente débiles. Ese Derdiyok de turno que pelea un balón sin peligro aparente, fue un golpe demasiado duro. Después, todo costaba el doble que antes y los balones entre líneas comenzaban a escasear. Nos cuesta mucho ir por detrás en el marcador, es un peso excesivo cuando se juega con tanta posesión. Al final tiendes a la verticalidad atropellada y eso no es lo nuestro. El revés no sólo afectó a los jugadores, en el banco se buscaba una solución que machacó las opciones que podían quedar.
Con la entrada de Torres y Navas nos convertimos en la España más previsible desde que EEUU nos ganó en la ConfeCup. Centros, centros, centros, y más centros que depejan los 6 o 7 jugadores que acumula Suiza en el área. Ni Onyewu es tan bueno como pareció entonces, ni los tronquetes elbéticos como nos ha hecho creer Camacho. Hasta el minuto sesenta eran árboles de raíces profundas y desde entonces colosos con dominio absoluto en los balones aéreos. Nos estábamos equivocando.
Tuvo el equipo un pequeño arreón en los primeros minutos tras el doble cambio, más por el ansia de los nuevos que por las cualidades de los Javieres. Luego, veinte minutos vacíos. NO SABEMOS REMATAR CENTROS LATERALES y hoy, hubo muchos. Todos despejados por Grichting, Bergen, Inler y un bárbaro Benaglio.
Saco una lectura constructiva, que no positiva. Ya nos hemos dado cuenta de lo que no nos sale. Juguemos con un sólo delantero, echemos a Villa a la banda izquierda si Iniesta (Dios no lo quiera) no puede con su edema, raseemos el balón. Apelemos a las palabras de Luis Aragonés.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HAY QUE TOCAR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!