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Los Estados Unidos de Europa

Se declaraba Grecia hace unas semanas en bancarrota tras numerosas jornadas de escándalos y protestas sociales que desde un comienzo presagiaban algo profundo y de dimensiones superiores al coste social que suponen tasas de paro tales como las actuales. Naturalmente, las instancias comunitarias han reaccionado y ofrecen un buen empujón hacia delante a nuestros vecinos mediterráneos antes que reconocer el fracaso del modelo europeo.

30.000 millones de €, o lo que es lo mismo, 30.000.000.000 de € en un único préstamo al 5% de interés. Así puesto parece algo más que un empujón y debe serlo siempre y cuando la Administración griega lo quiera y pueda manejarlo de manera eficiente y equitativa, lo cual tiene su miga. Ya no se trata de garantizar los subsidios de la masa ingente de antiguos asalariados que ahora están parados, se necesita dar ese "salto" hacia un cambio en la estructura productiva del país y en el mercado de trabajo que perseguimos tanto los PIGS (Portugal, Ireland, Greece, Spain). No es casualidad que la crisis de 2007 haya sido más costosa socialmente para los países mediterráneos, nos marca un patrón semejante.
Si Grecia no consigue utilizar esta ayuda para relanzar los sectores más productivos de su maltrecha economía, el sistema de pensiones y equilibrio presupuestario en general se irán al garete antes o después una vez más.

No me extenderé más en este tema porque ya tenemos en España una buena carga de noticias de cambio en la estructura productiva y economía sostenible en cada telediario. Para terminar con esto y hablando de nuestro territorio, no sé si habréis percibido que la nueva reforma del mercado laboral introduce un contrato al modelo austríaco consistente en un sistema de indemnizaciones progresivas que funciona como un fondo de ahorro para el empleado. Tipo de contrato que yo echaba en falta hace un par de meses en el borrador inicial (lo relacionaba yo con Merkel entonces, que lo llevó a Alemania bajo el ejemplo de Austria).

Delirios de grandeza aparte y volviendo a Grecia y a la Unión Europea, cabe la discusión en estos tiempos tan globalizadores de llevar la actual UE un escalón más arriba.
Con unas restricciones de política monetaria lógicas y heredadas del viejo Deutsche Bank hoy llamado Banco Central Europeo; los gobiernos nacionales de los países perteneciente a la Europa de los 15 se ven con la mitad de sus capacidades restringidas a la política fiscal (la UEM no permite devaluaciones, cambios en los tipos ni inyecciones monetarias salvo que el BCE lo dictamine).
En ocasiones las medidas tributarias y de gasto público se antojan insuficientes para resolver problemas de fondo.

Si hemos sido capaces de unificar la política monetaria bajo un mismo mando irreplazable y moneda poderosa; si la experiencia es buena, ¿no cabe esperar que Europa marche hacia un conglomerado de naciones unidas que puedan competir con EEUU y China?
Se sabe que la cooperación y la supresión de barreras es el modelo que mejor ha funcionado históricamente, pero poner de acuerdo a tantísimas fuerzas políticas, interiorizar el concepto de Europa como una gran nación y saber que tus impuestos pueden ir a parar a la construcción de carreteras griegas o a la subvención de una nueva central nuclear en Bulgaria hace pensar que el proceso globalizador todavía no nos ha llevado hasta tan lejos, al menos por el momento.
Conducir el continente a una unificación total haría mucho más sencillo sufragar problemas como el de los helenos.

Si bien no como en Norteamérica, viajamos hacia una confederación de estados unificados como Churchill ya pensó en 1946.

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